A quien haya perdido la fe le digo: espere usted a mañana. Puedo equivocarme, pero tras tan exhaustivo como involuntario estudio de políticos y sindicatos y, dicho sea de paso, de su nada despreciable previsibilidad de comportamiento, no dudo de mis pronósticos.
Mañana les embargará una sensación similar a la del instante en el que se encienden las luces de navidad en las principales calles comerciales de su ciudad. No oculten bajo sus críticas al consumismo compulsivo su intensa emoción. Aunque, no nos confundamos, no estamos hablando tampoco de ninguna horterada de Disney ni de la ciencia ficción de Bush con las armas de destrucción masiva en Iraq.
Esperemos pues al día de mañana con paciencia e ilusión. Esperemos a ver qué nos traen los reyes magos. Corramos en busca de la primera edición de cualquier periódico de la mañana y leamos las sabias palabras de nuestros «líderes» políticos y sindicales a propósito de la jornada de huelga general.
¿No es maravilloso? Nada cambiará de hoy a mañana y, sin embargo, Gobierno y sindicatos se mostrarán plenamente satisfechos. Cada uno con sus autoalabanzas, promesas, bailes de cifras… Como ciudadanos hemos vivido, visto, leído o escuchado cómo se ha desarrollado y qué seguimiento ha tenido esta séptima huelga general. Y no obstante, ajenos a la realidad, algunos se empeñarán en seguir viviendo en su universo particular.
Lo dicho: la magia de la navidad, antes de la navidad.
donde nada es cierto 