24 horas: de la catástrofe a la recuperación

Publicado: 16 junio 2010 en Economía, Historia y actualidad, Medios
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No se trata de ningún fenómeno climático, nada que tenga que ver directamente con la imprevisibilidad de la naturaleza. O puede que sí: de la naturaleza humana y de una de sus «creaciones», la política.

Hace escasos días, en la contraportada («la Contra») de La Vanguardia, Finn E. Kydland(*)  afirmaba que «una política económica debe ser, ante todo, predecible». Al margen de la discutibilidad de esta afirmación, la lectura me recordó a dos acontecimientos que han sacudido un poco más este teatrillo caótico que se está montando con la crisis. Se trata del desastre húngaro (?) y del desastre español (?). Dos desastres (?) que aparecen y desaparecen como por arte de magia. Como mecidos por una «mano invisible».

Veamos los titulares que nos ha regalado la prensa estos días, en los escasos espacios que han permitido los abultados suplementos y reportajes dedicados al Mundial de fútbol:

La sensación que se extrae de estas y de otras noticias no incluidas en este breve recopilatorio es  que no se trata de que el sistema político o económica sea o no sea previsible, sino de que realmente el grueso de la población no dispone de datos  fiables para hacerse una idea de cuál es la situación real en su país (o en cualquier otro). Depende del degoteo de información de  instituciones, gobiernos, sindicatos, partidos políticos… pero especialmente de unos medios inertes que despiertan para desbordar con un flujo de información constante  sobre las victorias, derrotas , goles, vítores y todo tipo de escándalos varios. Y sin embargo ese derroche de energía, dinero y creatividad no se invierte estos días en ofrecer información contrastada y crítica acerca de la actual situación económica, política y al fin y al cabo social en una parte del mundo.

(*) La Vanguardia, 14/06/2010. Finn E. Kydland, Premio Nobel, ingresa en la Real Academia de Economía (Racef).

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